Las presentaciones son difíciles, pero vamos allá.
Me licencié en Filología Clásica a principios de los años noventa. Si tuviera que volver a estudiar una carrera, volvería a hacer la misma. Siempre animo a mis alumnos a que estudien aquello que les guste y que les motive aunque no esté de moda.
Llevo dedicándome a la docencia más de veinte años (que se dice pronto). Solo puedo decir que si volviera a tener que elegir una profesión, la seguiría eligiendo. Con eso lo digo todo.
Durante los últimos años, igual que el resto de mis colegas, he observado un cambio radical en nuestros alumnos. Ya no son los mismos que allá en los noventa: entrabas en clase y dabas tu discurso, corregías unos ejercicios o hacías un examen y deberes para casa. No era tarea fácil, pero estaba más claro el papel de cada uno. Por cierto, eso de Internet no existía prácticamente.
Pues bien, ante un cambio tal no nos queda otra que ponernos manos a la obra e intentar subirnos al carro del cambio. Seguir estudiando, seguir leyendo, investigando, preguntando...Todo es poco para conseguir enganchar a nuestros alumnos y prepararlos para un futuro que se me antoja difícil, aunque con las herramientas adecuadas, no imposible.
